Los pueblos indígenas de la amazonía colombiana añoramos la paz como un bien colectivo

Foto: Robinson Lopez / Pueblo Nukak- Octubre de 2016

Desconcierto, tal vez esa sea la palabra adecuada para describir los resultados del más reciente ejercicio plebiscitario vivido el pasado 2 de octubre de 2016; la estrechez de los resultados demuestran que, sin lugar a dudas, no es posible hablar de ganadores, sí de perdedores: perdimos todos(as), perdió el país, perdió Colombia.

Mucho se podría decir del panorama que actualmente afrontamos, la “polarización” de la que tanto se habla evidencia la pugna entre hermanos(as), amigos(as), seres humanos. Hoy, los Pueblos Indígenas que habitamos en la Amazonía colombiana, decidimos presentar a Colombia nuestros pensamientos colectivos, entendiendo que es nuestra responsabilidad aportar con la palabra, ante la complejidad de los sentimientos nacidos de los corazones de todos(as) los(as) colombianos(as).

Sabemos que la división entre los seres humanos es el primer obstáculo para poder vivir una vida pacífica, por ello no resulta comprensible cómo se pueden defender ideas de paz sin respetar e incluso entender las diferencias. El pueblo colombiano, pluriétnico y multicultural es, sin lugar a dudas un gran telar multicolor lleno de ideas, pieles y creencias distintas, eso contrario a ser un obstáculo, debe jugar a favor de la paz.

En Colombia hay más de 112 pueblos indígenas de los cuales 65 vivimos en territorio Amazónico, con cosmovisiones variopintas somos, igual que la sociedad mayoritaria, distintos. Sin embargo, esta realidad no puede verse como una talanquera, todo lo contrario, esa diversidad debe potenciar los pensamientos de paz, si hay un momento determinante para la unidad es este, es ahora.

Creemos que si bien es cierto el conflicto armado tiene un amplio espectro de afectaciones, desplegado a lo largo y ancho del territorio nacional, las diferencias entre la ruralidad y lo que ocurre en las ciudades y centros de poder políticos, es abismal; la experiencia de las víctimas y la magnitud del daño no se concentra de igual manera en estas últimas y, aparentemente, es imposible entender lo que no se ha experimentado de manera directa, desde el dolor proveniente de los vejámenes de la guerra.

Por ello en los territorios indígenas y en los territorios mayormente afectados por el conflicto armado ganó el ‘sí’; porque queremos que nuestros hijos(as) y nietos(as) tengan una vida diferente, sin el miedo a las armas, sin el terror de la muerte violenta, sin la vida cegada por el fuego de las balas. Y aún aspiramos a más, los Pueblos Indígenas de la Amazonía colombiana soñamos con pervivir, con la posibilidad certera de futuras generaciones que fortalezcan nuestras evidentes debilidades demográficas, queremos no desaparecer a pesar del riesgo inminente de exterminio que hoy afrontamos.

No exageramos, siendo importante contemplar las realidades en sus justas proporciones, creemos que una cifra da cuenta de los riesgos que asumimos: a la fecha existen 31 Pueblos Indígenas, ubicados mayoritariamente en la Amazonía colombiana, que cuentan cada uno de ellos con menos de 500 personas; en efecto para nosotros la firma de la paz es cuestión de vida o muerte, es cuestión de existir o desaparecer definitivamente.

Hacemos un llamado a la unidad, principio del movimiento indígena que nos ha mantenido con vida a pesar los embates de la violencia, el empobrecimiento y la exclusión y recibimos con beneplácito que, a pesar de las diferencias evidentes todos(as), sin excepción, coincidimos en la paz como una añoranza colectiva que no se puede escapar de las manos.

Por esta razón invitamos a toda la sociedad colombiana para salir de la sombra de la división, las alternativas de confluencia no se limitan al blanco y negro, nuestros territorios y rostros son policromáticos; no podemos olvidar nuestra vocación constitucional de diversidad y purietnicidad, vigente hoy con más fuerza que hace dos décadas.

Siendo este el espíritu que se guarda en nuestras palabras, llamamos a toda Colombia a suscribir la paz en nuestras almas y corazones, a firmar un compromiso irreversible para dejar atrás la violencia, no solo la proveniente del conflicto armado, sino la que tiene su nacimiento en los problemas estructurales que afrontamos como país. Indiscutiblemente este momento coyuntural amerita tejer a varias manos para salvar la paz como derecho fundamental, de su uso con fines político –electorales en cabeza de sectores específicos.

La paz no le pertenece a nadie, no es un bien transable, no es una vendetta de poderes y egos; es de todos(as). De ahí el deber y el derecho primigenio de participar en su construcción y viabilización. No es concebible entonces cerrar la discusión reciente en escenarios bilaterales con los sectores del NO, es indispensable que quienes votamos por el SÍ a los acuerdos de La Habana, seamos llamados a ratificar nuestro más decidido apoyo a los mismos como única garantía para salvarlos.

Por ello demandamos al Gobierno Nacional y a la guerrilla de las FARC que en esta nueva etapa de reconciliación nacional incluya a la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana OPIAC, como parte de los actores determinantes en esta nueva etapa de país.

Los pueblos indígenas de la región amazónica colombiana seguiremos aportando a la construcción de una paz verdadera desde nuestras malocas, conocimientos tradicionales y sabiduría de nuestros ancestros; siempre aportaremos a la construcción de un mundo mejor con nuestro ejemplo y disposición, teniendo a la paz como parte fundante de nuestra cotidianidad y cosmovisiones

Con todo el aprecio, respeto y humildad,

ORGANIZACIÓN NACIONAL DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS DE LA AMAZONÍA COLOMBIANA – OPIAC